Son estos días de sol, de mañanas y atardeceres fríos, de tardes largas ya, que permiten pasear a mediodía casi sin chaqueta y nos obligan a usar gafas de sol. Nos sacan a la calle, provocan sonrisas, templan la sangre y el ánimo, y nos llevan a reencontrarnos con los nuestros, y con los otros también, en espacios públicos. Promueven el movimiento, la comunicación, nuevos planes.
Nos hacen olvidarnos por el momento del frío invierno y la oscuridad. Solo de momento. Son un anticipo de lo que nos espera en un par de meses, nos anima a aguantar un poquito más el frío que aún está por llegar, nos recuerda que lo peor ha pasado y que ya queda poco para el gran sol.